Author : Degrelle Léon
Title : Los tranvías de Moscú
Year : 19**
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La guerra de Hitler en la Unión Soviética desencadenada el 22 de junio de 1941, comenzó bien y comenzó mal. Comenzó bien la inmensa maquinaria del ejército alemán, que se puso en marcha con una precisión perfecta. Hubo aquí y allá atascos, columnas despistadas, puentes hundidos por el paso de los carros de combate. Pero eso no fueron más que detalles. Desde primera hora, la Luftwaffe había reducido a la impotencia, para varios meses, la aviación soviética y convertido en imposibles las concentraciones del enemigo. Al cabo de diez días, la Wehrmacht había triunfado en todas partes, en todas partes estaba muy lejos de sus bases de partida. Un desfondamiento total del frente ruso y del régimen soviético podía producirse en breve plazo. Winston Churchill, más que ningún otro, se lo temía y, en los informes secretos, lo anunciaba. Sin embargo, la guerra había, también, comenzado mal. Y terminaría mal, precisamente, porque ella había comenzado mal. Por de pronto - y ello fue un elemento decisivo - había comenzado tarde, muy tarde, demasiado tarde, cinco semanas después de la fecha fijada por Hitler, porque la aventura de Mussolini en la frontera griega, en octubre de 1940, había torpedeado los planes hitlerianos para el este. Es en los montes cenagosos que separan Grecia de Albania donde la suerte de la Segunda Guerra Mundial es puesta en juego, más que en Stalingrado, más que en El-Alamein, más que en las playas de Normandía, más que en el puente renano de Remagen, tomado intacto, en marzo de 1945, por el General Patton. Mussolini estaba atormentado por las victorias de Hitler. Él, el padre del fascismo, había sido relegado a un papel de segundo orden por la serie de campañas fulminantes - y siempre triunfantes - que el Führer había conducido, a tambor batiente, de Dantzig a Lemberg, de Narwik a Rotterdam, de Amberes a Biarritz. Cada vez, las águilas alemanas habían sido alzadas sobre países, a veces inmensos, conquistados en un santiamén, en tanto que varios millones de prisioneros habían avanzado como interminables filas de orugas hacia los campos de internamiento de un Reich cada vez más seguro de su éxito. Mussolini, militarmente, había fracasado totalmente. Su invasión in extremis en los Alpes franceses, fue devaluada por un descalabro humillante. El Mariscal Badoglio, peón muy interesado, que había arramplado, en Adís Abeba, tesoros en oro macizo robados del palacio del Negu en fuga, había, desde junio de 1940, revelado su incapacidad técnica, digna de la de su émulo francés Gamelin. En tanto que Francia ya estaba abatida, que los tanques de Guderian y de Rommel se desplegaban casi sin combate hasta Lyon y que una caída sobre Niza no hubiera debido ser para los italianos más que un breve paseo militar entre los vergeles cuajados de frutas maduras, Badoglio que, sin embargo había tenido a su disposición largos meses para prepararse, ¡había reclamado a Mussolini veintiún días más para bruñir los últimos botones de sus guerreras! La operación se había convertido rápidamente en un grotesco fracaso, los franceses habían azotado duramente a sus agresores de último minuto, infringiéndoles pérdidas considerables y clavándoles en el suelo con un despliegue lamentable de sus aparatosos plumeros de gallo. ...
Demolins Edmond - Saint Louis
Auteur : Demolins Edmond Ouvrage : Saint Louis Année : 19881 Lien de téléchargement :...