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Author : Editorial Kamerad
Title : Alemania le muestra el mundo como no hay que hacer las cosas
Year : 2015

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“Nuestro ex-presidente Christian Wulff dijo que el islam es parte de Alemania. Y eso es así, es algo que también opino yo.” (Angela Merkel, canciller alemana) Hay un viejo refrán que nos dice que incluso los malos ejemplos sirven para algo cuando nos muestran lo que no se tiene que hacer. Alemania no escapa al caso, la Alemania moderna, se entiende. Tanto le mintieron al mundo, y principalmente tanto se mintieron a sí mismos que la realidad finalmente los superó y ese mundo de fantasía que tejieron en las décadas pasadas finalmente se les está volviendo en contra. Porque digámoslo de una buena vez por todas: ni Alemania ni los alemanes son perfectos, esa ya no se la cree nadie. Alemania no es mejor que sus hermanos europeos, aunque hoy aparente tener un poco más de plata. Pero vayamos por partes. Primero que nada me gustaría decir que en este caso no me voy a meter con el decadente mercado de trabajo alemán, ni con sus minijobs negreros que se multiplican estrepitosamente, ni con sus cifras de desempleo dibujadas por el gobierno de turno, ni con su falta de ingenieros y trabajadores técnicos calificados que tanto lloriquean falsamente. Tampoco quisiera meterme con la censura y el control totalitario que el gobierno y las leyes mordaza ejercen sobre los alemanes, encarcelando y silenciando a los que se atreven a opinar distinto, incluso si ya son viejos que rozan la muerte. No, no me voy a meter en esos temas por ahora, y no porque sean menos importantes, sino más bien porque en estos momentos quisiera hablar sobre lo que creo es el mayor problema inmediato que tienen los alemanes y que también afecta al resto de sus vecinos europeos, eso que el mundo políticamente correcto llama refugiados pero que los entendidos llamamos invasores y parásitos, casi todos musulmanes, que traen consigo el terrorismo, la islamización y consecuentemente la muerte de la forma de vida occidental. Por eso quisiera denunciar principalmente el papel que en estos últimos meses jugaron tan irresponsablemente los alemanes, no solo con los suyos, sino también con el resto de los europeos, y también quisiera reflexionar sobre las consecuencias negativas y las perspectivas no tan alentadoras que todo esto representa para nuestro futuro como miembros de la gran familia blanca. Tengo que confesar que los alemanes no fueron los primeros en facilitarles el ingreso al suelo europeo a las gentes no blancas y tan extrañas a la cultura europea como los turcos, los iraquíes, los afganos, los sirios, los senegaleses, los nigerianos, los eritreos y una larga lista de etcéteras, eso sí hay que decirlo. Francia, Inglaterra y Bélgica hicieron primero de las suyas. Italia y España en menor medida. Alemania hoy se estima que tiene unos 4 millones de musulmanes instalados desde hace ya unas cuantas décadas, principalmente turcos, pero mi acusación contra los alemanes y el motivo de mi presente ataque se basa principalmente, como ya dije, en la imperdonable irresponsabilidad en la cayeron en estos últimos meses abriéndoles las puertas a los fundamentalistas islámicos para que entren en masa, nos amenacen, nos roben, nos inestabilicen, y en última instancia, nos reemplacen. Alemania sentó un precedente único y mortal y la ola musulmana golpeó como tenía que golpear, duro. Culpar a los políticos por alentar esta alienación es necesario, pero también es fácil. También la población, por lo menos en gran parte, se lleva la culpa por aceptar esta situación con tanta pasividad y hasta en algunos casos, con tanta estupidez. ...